jueves, 11 de abril de 2013

LA NIÑA SOLA ESTA



Junto a ella mi eterna melancolía, jugaba escondida entre las nubes de rostros risueños, volando en lo alto tan alto, que bella es la inmensidad. Subir y volar, volar y subir hacia el infinito, ellas me abrazan con dulce ternura y piedad, mi alma bailaba y cantaba derrochando felicidad más siempre arropada por la bendita soledad, una vez más la niña perdida esta.

Esos tus ojos de perpetua tristeza, brillan como los luceros siguiendo el sendero de la oscuridad, hablan por tus labios, no pronuncian palabras, están sellados, moribundos por la burla y la crueldad del alma maternal que no sabe amar.

Esos tus ojos que siempre han llorado de verdad, cual cascadas lágrimas torrenciales, cuando la niña interpreta en sus juegos a la viuda de Mambrú se fue a la guerra y ya nunca volverá dore mi dore fa ya nunca vendrá.

El dolor se asoma por la ventana de sus ojos, cuando la niña de papá y mamá es castigada en realidad por la amiga Beatriz que hacía las veces de mamá, y su hermanita que interpretaba al papá, en sus juegos de la infancia ya ida.

martes, 2 de abril de 2013

DESAZÓN




DESAZÓN
Compartíamos felices una fiesta familiar en casa de tío Fanfan. Mi hermana Dalia Rosa, lucia preciosa con su traje tul color rosa, de rizos dorados, serena sonrisa, su mirada mostraba al mundo con todos sus colores.
Dalita Parra mi prima hermana ya adolescente, era tan bella como la virgen, jugueteaba y bailaba al son de las panderetas.   
Vanesa, resplandecía  como un lucero iluminando al ángel de la sonrisa.
Mis primos hermanos, Eliezer, Pluvio, Dilio, Dahil, Duida, todos con nombres  todopoderosos, ellos bendecidos por Dios que los hizo tan hermosos por dentro y por fuera, se divertían, pero Juan Carlos no estaba con ellos.
Mi madre sensualmente vestía un traje azul pintado de rosas de todos los matices, armonizando con sus labios carnosos.
Con su triste sonrisa, servía en su favorito plató florido sus exquisitas albóndigas. Le pregunte
¿Dónde está Juan Carlos ?. Ella con su fría mirada dibujo su cínica sonrisa, me susurro al oído “aquí lo tienes come”.
¡Quede sin respiración!.. me sentía ahogada. Ella sonreía y yo ya no vivía.
Trate de huir, pero estaba tan torcida y sufrí una metamorfosis al convertirme en caracol, ya no tenía pies, tampoco podía ni  rodar.
Gritaba sin cesar dentro del cascarón y en cada grito a mi hermano por su nombre quería llamar.
El sonido de gritos, esos gritos tan estruendosos, lograron despertarme.