Acrosticos, poemas,historias cortas y sorprendentes y más... Solo por hoy :)
miércoles, 17 de julio de 2013
martes, 9 de julio de 2013
MI GUARDAESPALDA
Con
dieciséis años, mi padre quien era jurista me participó con gesto de
complacencia que sería su asistente.
Mi primer
trabajo, mi primer día como su ayudante, fue muy emocionante para mí joven y
agitado corazón. Su despacho estaba ubicado en el mismísimo centro de
Maracaibo, justo detrás del Banco Holandés.
Me
trasladé al sitio en taxi, también fue mi primera vez, otra emoción más para mi
hinchado corazón.
Mi
escritorio estaba ubicado en el Hall del primer piso, ¡Qué regio!, de fina
madera caoba oscuro, caminé lentamente hacia éste, el andar se me hizo lento
como los pasos pasmosos de mi abuela Dalia de 110 años de edad. El camino se me
hizo largo como los sueños nunca encontrados, los sentimientos brotaban a piel.
Que emoción tan divina e inocente mi Dios.
Al
sentarme, la silla que aguardaba por mí, me sentí tan frágil y bella como la
“Emperatriz Sisi”, tan emocionada como cuando escucho “El Bolero de Ravel”, echada sobre una densa nube, todo veía y sentía lentamente, Oh! como anhelo
regresen esas sensaciones llenas de sentimientos que nunca volverán.
Mientras
revisaba la agenda del día, alguien abrió la puerta, inmediatamente mejore mi
postura, dibuje una sonrisa en mis labios invitando acercarse. Era el Sr.
Alejandro, amigo de papá, compañero inseparable del partido comunista.
El saludo
fue breve, concluyó: ADile al Dr. Juan Darío que regreso más tarde.
Dieron
las tres de la tarde, al salir a la calle para tomar el camino de regreso lo
pude ver, era el Sr Alejandro, se encontraba parado en la acera de la esquina,
me miró y saludó con la palma de su mano.
Al llegar
a mi casa, lo vi de nuevo caminando apresurad amente, encogiendo su cuello para
esconderse.
Esos
encuentros se repetían a diario, nunca le presté importancia, ya que era el
amigo inseparable de papá y lo veía a diario en mi casa, en las citas
clandestinas del partido. Recuerdo los ceniceros embarrados de cenizas y
chicotes de cigarrillos, tazas con sorbos de café tinto, el humo alrededor de
ellos y el murmullo de sus conversaciones y discusiones, jamás escuche un
grito, eran reuniones tan misteriosas y agradables para mí, amaba todo lo que
hacia mi padre.
Transcurrían
los meses, los años, y los encuentros fueron siendo más frecuentes, al punto
que me tropezaba con él en los pasillos de mi facultad, Economía. Lo llegué
a querer en silencio, los ojos de mi alma aprendieron a distinguir su silueta a
gran distancia.
El Sr.
Alejandro era mi duende siempre presente, mi sombra humilde, risueña, triste,
de hambre, de sueño, de desesperanza, mi sombra sudada de lento y pausado
andar.
Durante
años me acostumbré a verlo alrededor de mí. Siempre me miraba fijo a los
ojos, con ellos me hablaba diciéndome “aquí estoy, pero no puedo decir por qué”.
Con el
transitar de los años y estando en el tercer año de mi carrera universitaria su
presencia se fue ausentando, deje de ver con menor frecuencia su eterna triste
sonrisa, hasta que se desvaneció entre las oscuras nubes olvidadas.
La última
vez que lo vi fue en el año 2001, en el cuarto piso de la Alcaldía de
Maracaibo, como siempre esbozó su triste y ya cansada sonrisa sin pronunciar
palabras. Sentí emoción y dolor a la vez, lo abrace, él prosiguió su camino.
En el año
2010, estando en una celebración familiar en casa de mis padres, mi madre me
explicó que el Sr. Alejandro era mi guardaespaldas contratado por papá.
Derrame a
escondidas lágrimas torrenciales de profunda confusión, sentí que un inmenso
calor interno quemaba todo mi interior, y ya papá no estaba para agradecerle
ser “tan cuidada de cerca” y ya el Sr. Alejandro no estaba, para agradecerle su
bendita presencia, mi ángel de triste sonrisa que me hacía sentir como una flor
en invierno. Única.
lunes, 1 de julio de 2013
ALEJANDRO
Ay criatura mía te
sentí cuando llegaste a mí
Luz de brillo encendió mis pupilas bailarinas
El cuerpo se fue hinchando hablándome de ti
Jubilo y algarabía revolotearon mi corazón cual bambalinas
Anclaste tu ser dentro de mi y fui ¡¡ tan feliz ¡¡
Nadabas en mis aguas, tus aguas, nuestras aguas, de ti y
de mí
Dormías placido reposando el alimento que ingerí para ti
Retoño de dulces placeres, eres tan especial para mí
Otros días así quisiera tener para sentir que me quieres
como yo a ti
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