martes, 9 de julio de 2013

MI GUARDAESPALDA

Con dieciséis años, mi padre quien era jurista me participó con gesto de complacencia que sería su asistente.
Mi primer trabajo, mi primer día como su ayudante, fue muy emocionante para mí joven y agitado corazón. Su despacho estaba ubicado en el mismísimo centro de Maracaibo, justo detrás del Banco Holandés.
Me trasladé al sitio en taxi, también fue mi primera vez, otra emoción más para mi hinchado corazón.
Mi escritorio estaba ubicado en el Hall del primer piso, ¡Qué regio!, de fina madera caoba oscuro, caminé lentamente hacia éste, el andar se me hizo lento como los pasos pasmosos de mi abuela Dalia de 110 años de edad. El camino se me hizo largo como los sueños nunca encontrados, los sentimientos brotaban a piel. Que emoción tan divina e inocente mi Dios.
Al sentarme, la silla que aguardaba por mí, me sentí tan frágil y bella como la “Emperatriz Sisi”, tan emocionada como cuando escucho “El Bolero de Ravel”, echada sobre una densa nube, todo veía y sentía lentamente, Oh! como anhelo regresen esas sensaciones llenas de sentimientos que nunca volverán.
Mientras revisaba la agenda del día, alguien abrió la puerta, inmediatamente mejore mi postura, dibuje una sonrisa en mis labios invitando acercarse. Era el Sr. Alejandro, amigo de papá, compañero inseparable del partido comunista.
El saludo fue breve, concluyó: ADile al Dr. Juan Darío que regreso más tarde.
Dieron las tres de la tarde, al salir a la calle para tomar el camino de regreso lo pude ver, era el Sr Alejandro, se encontraba parado en la acera de la esquina, me miró y  saludó con la palma de su mano.
Al llegar a mi casa, lo vi de nuevo caminando apresurad amente, encogiendo su cuello para esconderse.
Esos encuentros se repetían a diario, nunca le presté importancia, ya que era el amigo inseparable de papá y lo veía a diario en mi casa, en las citas clandestinas del partido. Recuerdo los ceniceros embarrados de cenizas y chicotes de cigarrillos, tazas con sorbos de café tinto, el humo alrededor de ellos y el murmullo de sus conversaciones y discusiones, jamás escuche un grito, eran reuniones tan misteriosas y agradables para mí, amaba todo lo que hacia mi padre.
Transcurrían los meses, los años, y los encuentros fueron siendo más frecuentes, al punto que me tropezaba con él en los pasillos de mi facultad,  Economía. Lo llegué a querer en silencio, los ojos de mi alma aprendieron a distinguir su silueta a gran distancia.

El Sr. Alejandro era mi duende siempre presente, mi sombra humilde, risueña, triste,  de hambre, de sueño, de desesperanza, mi sombra sudada de lento y pausado andar.
Durante años me acostumbré a verlo alrededor de mí. Siempre me miraba  fijo a los ojos, con ellos me hablaba diciéndome “aquí estoy, pero no puedo decir por qué”.
Con el transitar de los años y estando en el tercer año de mi carrera universitaria su presencia se fue ausentando, deje de ver con menor frecuencia su eterna triste sonrisa, hasta que se desvaneció entre las oscuras nubes olvidadas.
La última vez que lo vi fue en el año 2001, en el cuarto piso de la Alcaldía de Maracaibo, como siempre esbozó su triste y ya cansada sonrisa sin pronunciar palabras. Sentí emoción y dolor a la vez, lo abrace, él prosiguió su camino.
En el año 2010, estando en una celebración familiar en casa de mis padres, mi madre me explicó que el Sr. Alejandro era mi guardaespaldas contratado por papá.


Derrame a escondidas lágrimas torrenciales de profunda confusión, sentí que un inmenso calor interno quemaba todo mi interior, y ya papá no estaba para agradecerle ser “tan cuidada de cerca” y ya el Sr. Alejandro no estaba, para agradecerle su bendita presencia, mi ángel de triste sonrisa que me hacía sentir como una flor en invierno. Única.












lunes, 1 de julio de 2013

TANGO-PASION

ALEJANDRO



Ay  criatura mía te sentí cuando llegaste a mí

Luz de brillo encendió mis pupilas bailarinas

El cuerpo se fue hinchando hablándome de ti

Jubilo y algarabía revolotearon mi corazón cual bambalinas

Anclaste tu ser dentro de mi y fui  ¡¡ tan feliz ¡¡

Nadabas en mis aguas, tus aguas, nuestras aguas, de ti y de mí

Dormías placido reposando el alimento que ingerí para ti

Retoño de dulces placeres, eres tan especial para mí

Otros días así quisiera tener para sentir que me quieres como yo a ti