LA BELLEZA DE SER NIÑA
Siendo papá magistrado en la rama criminal y laboral,
frecuentemente sus clientes
iban a buscarlo en nuestra casa.
Una de las tantas veces…
Una de las tantas veces…
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Tocaban la puerta, Tac tac tac …
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¡Lili abre la puerta, están tocando!
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Pase señor, siéntese.
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¡Oh!…No, allí no, esa es la silla de papá .
Amaba a mi padre inmensamente, mi héroe de dulce sonrisa,
de ceño fruncido, que despertaba mi adoración, porque sabia que era bondadoso
como el sonido de las cuerdas del violín cuando interpreta el Ave María de
Franz Schubert.
¡Dios¡ que recuerdos mas hermosos que llenan de placer y
nostalgia mi "eterna tristeza”.
El señor sonriente cambia de silla, al sentarse cruza sus piernas y pude ver que no tenia puesta sus calcetines. Di la vuelta, sigilosamente
entre en la habitacion de papá y mama, abrí
el gabinete y agarre un par de medias envuelta
entre ellas mismas. Rápidamente salí del
cuarto prohibido, deslizándome por el piso sin hacer ruido. Me acerque a el y
con mi sonrisa solitaria le dije ¡ tome señor !
Su gesto sorprendido, sus grandes carcajadas, me complacieron y me sentí feliz, muy feliz, si señor muy feliz.
Su gesto sorprendido, sus grandes carcajadas, me complacieron y me sentí feliz, muy feliz, si señor muy feliz.