domingo, 17 de enero de 2016

LA BELLEZA DE SER NIÑA


Siendo papá magistrado en la rama criminal y laboral, frecuentemente sus clientes
iban a buscarlo en nuestra casa.
Una de las tantas veces…
-       Tocaban la puerta, Tac tac tac …
-       ¡Lili abre la puerta, están tocando!
-       Pase señor, siéntese.
-       ¡Oh!…No, allí no, esa es la silla de papá .

Amaba a mi padre inmensamente, mi héroe de dulce sonrisa, de ceño fruncido, que despertaba mi adoración, porque sabia que era bondadoso como el sonido de las cuerdas del violín cuando interpreta el Ave María de Franz Schubert.
¡Dios¡ que recuerdos mas hermosos que llenan de placer y nostalgia mi "eterna tristeza”.

El señor sonriente cambia de silla, al sentarse cruza  sus piernas y pude ver que no tenia puesta sus calcetines. Di la  vuelta,  sigilosamente entre en la habitacion de  papá y mama, abrí el gabinete y agarre un par de medias  envuelta entre ellas mismas. Rápidamente  salí del cuarto prohibido, deslizándome por el piso sin hacer ruido. Me acerque a el y con mi sonrisa solitaria le dije ¡ tome señor !
Su gesto sorprendido, sus grandes  carcajadas, me complacieron y me sentí feliz, muy feliz, si señor muy feliz.