DESAZÓN
Compartíamos felices una fiesta familiar en casa de tío
Fanfan. Mi hermana Dalia Rosa, lucia preciosa con su traje tul color rosa, de
rizos dorados, serena sonrisa, su mirada mostraba al mundo con todos sus
colores.
Dalita Parra mi prima hermana ya adolescente, era tan bella
como la virgen, jugueteaba y bailaba al son de las panderetas.
Vanesa, resplandecía como un lucero iluminando al ángel de la
sonrisa.
Mis primos hermanos, Eliezer, Pluvio, Dilio, Dahil, Duida,
todos con nombres todopoderosos, ellos
bendecidos por Dios que los hizo tan hermosos por dentro y por fuera, se divertían,
pero Juan Carlos no estaba con ellos.
Mi madre sensualmente vestía un traje azul pintado de rosas
de todos los matices, armonizando con sus labios carnosos.
Con su triste sonrisa, servía en su favorito plató florido
sus exquisitas albóndigas. Le pregunte
¿Dónde está Juan Carlos ?. Ella con su fría mirada dibujo
su cínica sonrisa, me susurro al oído “aquí lo tienes come”.
¡Quede sin respiración!.. me sentía ahogada. Ella sonreía y
yo ya no vivía.
Trate de huir, pero estaba tan torcida y sufrí una
metamorfosis al convertirme en caracol, ya no tenía pies, tampoco podía ni rodar.
Gritaba sin cesar dentro del cascarón y en cada grito a mi
hermano por su nombre quería llamar.
El sonido de gritos, esos gritos tan estruendosos, lograron
despertarme.
El sonido de gritos, esos gritos tan estruendosos, lograron despertarme.
ResponderEliminarAl despertar, lo primero que vi fue un rostro gigantesco cerca de mí, era el rostro encrespado de papá, tomándome en sus brazos, trataba de calmarme. Estaba acostada y rígida sobre mi cama húmeda de lagrimas y de mi tibia orina.
Sentí tanta vergüenza de mí, por mi pesadilla vivida en el infierno que calle y sentí que los sueños solo sueños son.
El sonido de gritos, esos gritos tan estruendosos, lograron despertarme.
ResponderEliminarLo primero que vi fue un rostro gigantesco cerca de mí, era el rostro encrespado de papá, tomándome en sus brazos, trataba de calmarme. Estaba acostada y rígida sobre mi cama húmeda de lagrimas y de mi tibia orina.
Sentí tanta vergüenza de mí, por mi pesadilla vivida en el infierno que calle y sentí que los sueños solo sueños son.