martes, 19 de febrero de 2013

ABUSIVO


El vigilante del Pre-escolar José Manuel Alegría disfrutaba de su día libre los domingos, por ser día de descanso resultaba difícil que alguien lo relevara de sus funciones, entonces me encargaba y asumía tal responsabilidad.
Una vez más, uno de los tantos domingos por la noche tuve que pernoctar, ya que Julio el vigilante de guardia se volvió a emborrachar.
Eran las siete de la noche, la calle estaba completa mente silenciosa y oscura. En sus alrededores solo había terrenos abandonados, pero la casa del Pre-escolar Alegría era tan bella como una estrella, pintada de colores verde y amarillo acuarela.
El clima era muy agradable, hacia un sereno y placentero fresco. El área del parque estaba impregnado del perfume embriagador de las flores madreselva, la luna hacia brillar mi corazón.
Ese domingo decidí quedarme al cuido del Pre-escolar. Llego la noche, me dirigí al parque para cerrar, cuando estaba colocando el candado a la reja llegó mi hijo menor con un amigo, les abrí la puerta, para que entraran y justo en ese mismo instante llega él.
Baja del auto apresuradamente, colocó sus manos grandes en la reja amarilla y exclamo: ¿Dónde está el vigilante?
Yo: Se fue.
El: - Y tú que eres una vaga.
- Irresponsable.
- ¡Qué dejas el Pre-escolar solo!
- No haces nada.
- Aquí no hay nadie.
- No jodas.
Yo: Yo voy a cuidar el Pre-escolar como siempre!!!
Recuerdo la mirada de vergüenza de mi hijo, del amigo el parpadeo de sus pupilas fijas en mí. Eran unos adolescentes, se fueron lo más pronto que les fue posible.
El entro hacia el interior del Pre-escolar, yo permanecí en el parque con mi nieta.
Ya no sentía el sereno y placentero fresco, el ambiente, ya no olía al perfume embriagador de las flores madreselva, ya mi corazón no brillaba.
Luego el se fue sin pronunciar una sola palabra. Mi nieta y yo nos acostamos en la misma cama, permanecimos abrazadas largo rato.
Esa noche no pude dormir, recuerdo claramente los ruidos que hacían las ratas, trémula observaba el ventanal imaginando que un hombre se asomaba, eso me causaba escalofrío y encogía la espalda, pero lo único que realmente pude ver y sentir fue como la luna se escondía entre las nubes y nos dejaba solas. Lloraba en silencio para que mi nieta no me escuchara, en cada gemido sentía que el alma se me escapaba.

1 comentario:

  1. Ya pasó. Hoy todo está bien.
    En el pasado pensaba que era normal que la gente me maltratara y abusara de mí vida.
    Desde niña permanecí en relaciones disfuncionales y se me hizo normal de adulta seguir en lo mismo. Siempre tuve la necesidad de ser una víctima, una mártir.
    He aprendido a dejar ir mi necesidad de ser una víctima en el amor, relaciones familiares, las amistades, con dios, he dejado a muchos atrás, hasta a quienes amo, tengo derecho a ser feliz.

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