domingo, 27 de enero de 2013

DAVID

Sólo con una imagen soñé, atónita quedé, al ver como me caía encima una puerta grande que se movía, la misma se borraba, he iba apareciendo automáticamente otra imagen en forma de cerradura, la cual giraba igual a las agujas de un reloj.

El sueño se detuvo.

Ya consciente recordé, a la llave dos vuelta no gire. Sentí un tiro que me sentó en la cama, me levante, baje corriendo las escaleras, prendí mi camioneta y arranque.

Llegue, trate de abrir las rejas del preescolar, no tenia las llaves en la mano. Apresuradamente me dirigí al vehículo para buscarlas, esté estaba cerrado con las llaves dentro.

Impotente me recosté en la camioneta, la calle no tenia alumbrado eléctrico, todo estaba muy oscuro. De repente me cegaron las luces encendidas de un vehículo que se acercaba a gran velocidad. Justo en ese instante advertí que estaba descalza, sin ropa interior, con una prenda de dormir transparente, corta, con un gran escote en forma de V.

Me lance al piso, cerré los ojos con todas mis fuerzas, permanecí debajo del vehículo por unos instantes, tan eternos. Mí pobre corazón sollozaba desconsolado de tanta incertidumbre.

Cuando el silencio y la quietud de la noche regreso, como una serpiente inválida logre arrastrarme hacia fuera, salí del escondite cubierta de mugre.

Me acerque de nuevo hacia la reja, presione el timbre largo rato, a vez que observaba la inmensa oscuridad del ambienté, abrigando la esperanza de ver la figura impávida del vigilante, abriendo esa puerta.

Todo era en vano, decidí avanzar hacia la reja del garaje, donde se encontraba ubicada la garita, aposento del vigilante. Lo llame a gritos…

Todo seguía igual, era lo mismo.

Una calle oscura.
Un preescolar cerrado.
Un vehículo atrancado.
Un vigilante durmiendo.
Una mujer casi desnuda.
Era luna nueva.

El temblor me sacudía hasta los pies, mi corazón comenzó a enfermar. Casi moribunda, decidí pegarme a la larga pared, deslizándome lentamente, dando la impresión de ser imágenes pintadas en ella. Pude llegar a la casa de la esquina, donde aun vive mi amiga.

Solo la llame dos veces, Nubia, Nubia.

Regocijada, la vi salir con los ojos casi cerrados ¡fue mi salvación¡

Nubia: Mujer ¿Qué haces a estas horas y con esa facha?

Yo: No se, préstame un vestido.

Nubia: Si, si.

Cuando regreso con el vestido y las pantuflas, le relate todo.

Yo: Soñé que dejé abierta la puerta de la dirección, no se como llegue hasta aquí, mírame como ando, dejé las llaves de la camioneta dentro, no puedo entrar en el preescolar, ni tampoco regresar a mi casa, ayúdame por favor.

Ella inmediatamente entro de nuevo a su casa, trajo un palo de escoba, con el mismo golpeamos con dificultad la puerta de la garita, hasta que salio el vigilante y nos abrió.

Entramos, ella me acompaño hasta la dirección, su andar era pausado, durante el largo trayecto me acorralo a preguntas, la mirada de sus ojos eran acusadores, sus labios dibujaban una cínica sonrisa, volteaba su cabeza hacia atrás una y otra vez, observando al vigilante.

Aún estaba muy asustada, él todas las noches antes de llegar a nuestro hogar, solía supervisar las instalaciones del preescolar, al percatarse de tal descuido se iba a enojar, me iba a comer a gritos, me humillaría ante ellos,

Eso no sucedió, debido a que David le relato " ... y que la policía se acababa de ir y no lograron apresar a los ladrones".



sábado, 19 de enero de 2013

CUIDATE DE LOS DESCONOCIDOS

Hace años, una fresca y clara noche regresaba a casa, recuerdo que iba caminando lentamente por la acera de la calle en compañia de una buena amiga. La brisa acariciaba mi rostro, me sentía fresca, no tenia idea de lo que iba a ocurrir. En un abrir y cerrar de ojos, vi como un hombre joven y negro venia caminando de manera apresurada por la misma acera. Repentinamente estaba frente a mi, con el puño de su mano derecha, me golpeo con furia salvaje mi parte más intima, el dolor me dejo sin respiración, el miedo me paralizo, pero pude voltear hacia atras y ver como se alejaba. Escuche el grito aterrador de mi amiga, reaccione y emprendimos la carrera. Comentarios 2

ESAS TRES NOCHES

Siendo muy niña vivía con mis padres y mi hermana mayor en una casa muy grande. Durante tres días algo muy raro comenzó a ocurrir, aproximadamente a las siete de la noche todas las luces de la casa se apagaban misteriosamente, el silencio era absoluto y sentía que estaba sola. Mi papá aún no regresaba del trabajo. Cuando esto sucedía  me sentaba inmediatamente en el piso, colocando mi rostro sobre las rodillas. Temblando del miedo permanecía en esa posición, con los ojos cerrados, hasta que las luces se volvían a encender.
 Al tercer día, cuando las luces se apagaron el hecho me sorprendió en la sala de la casa, tropecé con los muebles, con mi hermana, ella cayó al piso, al mismo tiempo logre ver como de manera fugaz la sombre de un hombre alto, vestido con una gabardina y con un sombrero oscuro se desplazaba de la sala al tinglado de la casa. Comprendí que algo andaba mal ¡!! Tome la mano de mi hermana levantándola del piso y corrimos hacia la puerta de salida a la calle.
 Aterradas del miedo atravesamos la calle a ciegas, justo en ese momento circulaba un vehículo, este freno al mismo tiempo que nosotros gritamos, comenzamos a llorar abrazadas en mitad de la calle, el hombre bajo del auto y apenas podía articular palabras, se acercaban los vecinos unos tras otro y preguntaban a gritos ¿Qué paso? ¿Que hacen unas niñas a estas horas en la calle? ¿Dónde está la madre?
 Mi ángel sin alas del firmamento llamada Bertica  aparta la gente, amorosamente nos toma de la mano, llevándonos de nuevo a nuestra casa, justo en ese momento aparece… entramos y vi la gabardina y el sobrero oscuro sobre la mesa de comer.
 Guarde silencio hasta el día de hoy.

NUNCA LLEGUE



Aquella media noche, me levante de la cama en puntilla, baje hacia la sala y sigilosamente abrí la puerta, salí a la calle y me sentí libre. Mi andar apresurado guardaba en cada paso un ritmo sensual, mi largo y frondoso cabello acariciaba mi espalda. Caminaba y bailaba al compa del movimiento de la media luna y en cada giro apresuraba el paseo, elevándome tan alto, todo era especial. Camine, avance mucho, y cuando comenzaron a dolerme los pies me detuve, los miré, quedé sorprendida al advertir que andaba descalza. Vi mis piernas, muslos, cintura y mis pechos… Se me hizo un nudo en el estómago, pero no desesperé. Los pensamientos comenzaron a hablarme. Pensamientos: Menos mal que es de noche, y en medio de la misteriosa oscuridad, nadie podrá verte ¡desnuda! Así seguí caminando, me sentía segura, todo estaba obscurecido y la gente dormía. Mi ser me llevaban a casa de papá y mamá. Repentinamente me detuve. Pensamientos: Vi mi cuerpo inmaculado de espaldas, tembloroso con movimientos incontenibles, mientras tocaba repetidamente el portón de la casa, esa voz acusadora que me aturdía y me decía: ¿Estás loca? Qué pensará papá cuando abra la puerta a estas horas… y te vea ¡Así! Di media vuelta hacia atrás para regresar, en el instante quedé inmóvil. Percibí que estaba amaneciendo, se asomaba el aura, escuchaba el tripear de los vehículos, el pánico se apoderó de mí, emprendí la carrera, pase veloz por las aceras de la calle Baralt, sentí el esplendor de tal belleza, vi la casa de Argimiro, sentí nostalgia, pase la esquina de la Floristería, y salió el Sol. Seguí corriendo como un leopardo dos cuadras más, extenuada me escondí detrás del tronco de un árbol frondoso, tan hermoso cual tronco de oro con hojas de plata, cubierta de vergüenza, pero allí mi dignidad plegada nadie me arrebata. Mi alma entumecida sintió la presencia de alguien, abrí mis ojos lentamente, vi la figura alta y varonil de mi hijo Pavel. Nos miramos brevemente, el levanto la cabeza ladeándola hacia atrás y desperté.

DULCE INOCESCIA

Imágenes borrosas acuden a mi mente. Dalita, chiquita, bonita, de rubio cabello, ojos claros, tez blanca, vestía traje tul rosa, con una sonrisa dibujada en su boca, tomo la pistola y con ella en su mano a mí me apuntó. Memoria revolotean en mi mente, la distancia era abismal, mi padre siempre presente, mi ángel guardián, se elevó en el espacio vacío de la habitación y como un rayo frente a ella llegó, así el arma le quitó. Esa noche algo bendito sucedió porqué a pesar de todo nada ocurrió. Ella al bueno y al malo sólo menos de un minuto jugo. Lili, requeté chiquitica, inocente, la siempre ausente, con su mirada la arropo. Por eso algo bendito sucedió

LATA CON PUYAS

 LATA CON PUYAS 10 Visitas | Publicado 7 días atrás Dilida Parra                                               Íbamos a la escuela, ubicada a cuatro cuadras de la casa. Al salir tomaba de la manita a mi hermana y con la otra cargaba los dos bultos escolares, el de ella y el mío. Solíamos atravesar la calle corriendo, luego caminábamos una cuadra pequeña, al llegar a la esquina me daba escalofríos, en dicha esquina había un terreno enmontado, se murmuraba que allí vivía un hombre desnudo. Culminaba el periodo escolar, hasta el momento todo andaba bien. Esa tarde regresábamos a la casa en compañía de Toñita, caminamos muy confiadas y felices, era el último día de clases. Repentinamente escuchamos el crujir de las hojas secas, vimos al hombre desnudo, tenía el pelo largo y muy enredado, flaco, y sin pene. Se aposto de frente con las manos extendidas, los pies separados, abrió muy grande su boca sin emitir ruido alguno. Quedé aterrada, mi corazón se agitó, atravesamos la avenida sin mirar a los lados, pasamos frente a nuestra casa, corrimos con mucha rapidez, hasta llegar a casa de Toñita. Nos ocultamos en el sótano, transcurrió toda la tarde y parte de la noche, mirábamos por la rendija para asegurarnos que el hombre desnudo no nos siguió. Progresivamente advertimos como abrieron la puerta, vi la figura embravecida de mi madre, el corazón se me paralizo, sentí como la sangre hirviendo corría por mi cuerpo, no podía articular palabra alguna. Llegue a la casa a fuerza de empujones. Como mi hermana se tiró al piso, la condujo arrastras hasta nuestra morada. Al llegar coloco en el piso una lata con muchos agujeros, con las puyas hacia afuera, me obligo arrodillarme sobre ellas. No recuerdo mas nada, no vi más a mi hermana.

TAN FRAGIL


Recuerdo, todos los domingos por la tarde, mis padres nos llevaban a mi hermana y a mí de paseo a la plaza.
Aun puedo visualizar claramente la imagen de mi padre de espalda cargando a mi hermana mayor en sus brazos, mi madre a su lado. Yo iba detrás de ellos caminando rápidamente al compas de sus pasos.
Mientras caminaba, mi mente se hallaba confusa, me sentía sorprendida, me hacía preguntas a mí misma. ¿Por qué siendo mí hermana mayor que yo, la carga a ella en brazos y no ha mi que soy más pequeña? Esa pregunta me la hacía una y otra vez más durante la caminata.

Al llegar a la plaza mi padre decía”Lili vayan a jugar y ya lo sabes, ¡cuida a tu hermana!
En uno de esos días de paseo, estaba jugando con mi hermana a las escondidas, desaparece, no la vi más, preocupada, fui corriendo a la banca donde estaban sentados papá y mamá escuchando la Banda de la Sinfónica, les dije ¡¡ Se me perdió Dalia !!.
Ellos se levantaron inmediatamente y se dirigieron hacia el sitio donde se encontraba el policía de turno, algunas de las personas que se encontraban alrededor se plegaron a la búsqueda de mi hermanita. En mi mente la búsqueda fue eterna, estaba muy asustada.
La encontraron sentada sobre la arena en un rincón de la plaza. Papá la levanto, la cargo en sus brazos, yo añoraba esos brazos. Mamá tomo mi mano, y durante el camino de regreso me regañaron. ¿Por qué no la cuidaste bien Dilida?
Yo iba llorando, me sentía desconsolada, culpable, responsable y tenía miedo porque creí que me darían una paliza por lo sucedido.
Nunca lo pude entender, ya que siendo más pequeña que ella, yo la tenía que cuidar.
Ahora que soy adulta, comprendo. Mí bella hermana Dalia siempre fue frágil y muy enfermiza. Murió siendo joven.


HERMANA SIEMPRE TE QUISE Y EXTRAÑO MUCHO.

martes, 8 de enero de 2013

Y MAS

Ya marca el reloj las horas menguadas, el año muere para darle paso a otro que viene.
 Quiero que venga mi duende con su música divina, para escribir bellos poemas y se lleve mi pena que no olvida.